La mayor parte de la vida nos la gastamos creando mil.
Para algunos el gran plan de su vida se resume en estudiar, luego estudiar un poco más, luego conseguir un buen trabajo, un buen carro y por qué no, un buen lugar donde vivir, para finalmente casarse y tener hijos. Durante quince días cada año gastan los ahorros en unas deliciosas vacaciones y al final de sus vidas gozan de una justa y merecida jubilación.
Hay otro tipo de “planificadores” que se consideran más arriesgados y hacen lo mismo que los anteriores solo que en lugar de dedicar tanto tiempo al trabajo y al estudio se lo dedican a un blog. Y en lugar de dedicar tanto tiempo a la familia se la dedican a una eterna rumba adolescente, pero fundamentalmente no hay mucho que los diferencie.
Pero si uno se concentra y en silencio trata de ver si hay otro tipo de plan o de planificadores podrá encontrar, no con mucha facilidad, a los que no tienen planes. Seres anónimos que no se consideran, ni más, ni menos inteligentes o arriesgados que otros y que simplemente se dedican a vivir, seres que en muchas ocasiones solo logran brillar después de su muerte porque en vida no hubo quien entendiera su mente confusa, pero luego de que se van es más fácil entender que la aparente confusión se debía a que no tenían planes, ¿cómo entender a alguien que no tiene planes?, triste pero cierto. Muchos han triunfado y los llaman genios y ellos lo único que hicieron fue vivir.
Paradójicamente muchas personas se pasan haciendo planes toda la vida para al final de sus días darse cuenta de que lo que planearon no era lo que querían o que los esfuerzos que hicieron por muy grandes que estos hayan sido resultaron ser insuficientes.
Finalmente ninguna decisión está bien o mal tomada. Pienso que el que quiere carro, casa y estudios y los logra tener es una persona potencialmente feliz, salvo que sus logros no sean para satisfacer sus necesidades de satisfacción personal sino para demostrarle algo a alguien más o para demostrarse algo que al fin de cuentas no era para su propia satisfacción, si no por un simple complejo.
Lo fundamental es plantearse metas que al alcanzarse produzcan exclusivamente felicidad, no importa cuáles sean estas. No importa que el proceso sea lento el resultado siempre será satisfactorio. En este mundo el inmediatismo nos lleva a querer todo ya descuidando el proceso que es finalmente el pilar de un verdadero plan y si este es basado en obtener o llegar a la felicidad, no habría por qué no darse. Y el tiempo no lo diside nadie, todo se irá dando en la medida que el proceso madure.
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